#ElPerúQueQueremos

Todos somos Beto Ortíz, Ruth Thalia y Bryan Romero

Publicado: 2012-10-02

Luego del escándalo causado por la trágica muerte de una las participantes del programa “El valor de la verdad”, y tras la lluvia de críticas que esto generó en contra del programa, me parece interesante reflexionar madrugado sobre los medios de comunicación peruanos. En este contexto resulta, para mí, bastante irónico hablar de “verdad” y “responsabilidad”, ¿puede alguien lanzar la primera piedra? ¿Es “El valor de la verdad” responsable de algo que los demás no son, o han sido en algún momento? ¿Cuánto vale la verdad para los medios?

Si ya de por sí es una tarea casi imposible defender la capacidad de los medios de mostrar una verdad impoluta, sin velos, sin filtros, de mostrar la realidad tal y como es, de ser, en buena cuenta, verdaderos y objetivos, tratar de trasladar esa reflexión al contexto de los medios de comunicación peruanos puede convertirse en un acto casi masoquista. En un ambiente dominado por el sensacionalismo, el rating, el morbo, el inmediatismo e intereses económicos de los más duros, la verdad difícilmente puede mantener su estado puro. Los medios son, al fin y al cabo, constructivistas en su esencia. Cualquier intento de objetividad, por más exhaustivo que sea, está condenado a no poder lograr la perfección. La subjetividad es intrínseca a los medios. Sin embargo eso no significa que estos deban renunciar a cualquier intento de tratar de describir la realidad de la manera más verdadera posible. Dichas descripciones, esas construcciones de verdad, serán percibidas por el público masivo como “la verdad”.

Es ahí donde radica la importancia y el poder de los medios, y la enorme responsabilidad que tienen. Estos crean la verdad, en la que el público incauto cree. Vale la pena preguntarse entonces, si los medios peruanos han sido siempre fieles a esa responsabilidad. No han sido pocas las veces, en las que “la verdad”, y cualquier intento de serle fiel, no han sido rentables, ni económica ni políticamente, para el poder de turno, y muchos medios, no todos, se encargaron de amasar la verdad hasta hacerla encajar dónde más convenía. La década de los noventas es un buen ejemplo, igual que la diarrea periodística durante la campaña electoral, y cualquier artículo del tendencioso (y a veces subnormal) de Aldo Mariátegui. La verdad es que para los medios peruanos “la verdad” muchas veces no vale mucho. Vale tan poco, que suelen reducirla a lo morboso, a lo prejuicioso, a lo escandaloso, a lo sensacionalista, la convierten en un subordinado del dinero, y, por lo tanto, solo intentan mostrarla tal y como es si es que hay un buen comprador interesado. Cualquier parecido al programa de Beto Ortíz no es pura coincidencia.

Si algo ha logrado el programa “El valor de la verdad” es precisamente plasmar, en un solo espacio televisivo, ese comportamiento de prostitución de la verdad que suelen tener los medios peruanos. Que esto no se entienda como una defensa del programa. Lo que hace Beto Ortíz cada sábado por la noche es mostrar todo lo malo del accionar de nuestros medios de comunicación (en un solo programa, lo cual es un mérito del cual no debería estar orgulloso). Pero él no es el único ni el primero. Es verdad que ni Beto ni su programa mataron a la chica, pero ese tipo de televisión y ese tipo de medios, son los que ayudan a construir una realidad social, en la que reacciones machistas, infelices, ignorantes, y, sobre todo, violentas (como lo sensacionalista, morboso y prejuicioso) son parte de la verdad. ¿Verdad?


Escrito por

eltintoelemento

Experto \"wannabe\" porque no se me ocurre nada mejor. De chico quería ser presidente, pero ahora ya no. Egresado de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Marburgo, todavía estoy buscando qué es lo que me gusta más de todo lo que me gusta hacer.


Publicado en

El Tinto Elemento

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